En el año en el que los Caballos Criollos lograron ser reconocidos como “Marca País” y marcaron récords de cotizaciones en Palermo, un criador brindó un testimonio cargado de pasión por sus animales.
Hugo de Achával es un cabañero reconocido de la zona de Las Flores, en el corazón ganadero de la provincia de Buenos Aires. Conduce el establecimiento Las Javieras, y este año visitó La Rural también como secretario de la Asociación Argentina de Caballos Criollos.
Pero más allá de los cargos y el reconocimiento de sus pares, es también a la vez un apasionado por la crianza de caballos y defensor de todas las aristas que se pueden explorar al vincularse con la actividad.
En un diálogo con Infocampo en el predio ferial de Palermo, contó: “Yo empecé desde muy chico. A quienes nos gustan los caballos todo el tiempo estamos viendo cosas nuevas en los animales, es como si uno leyera todo el tiempo el mismo libro, pero a la ve se encuentra que que un caballo es más largo según quien lo pasa, si se le dio más pasto, parece más corto si le diste menos pastos o un caballo más liviano, etc”.
“Es una realidad cambiante y continua en la que en la medida que profundizás aprendés a descubrir”, señaló de Achával.
El secretario de la asociación, si bien reconoce la pasión que brinda cualquier tipo de criador por sus animales, independientemente del tipo de ganadería, colocó a la crianza de equinos en una categoría superior. Al menos desde la espectacularidad y la sinergia que se genera con quienes los montan, pero también con todo aquel que admire de cerca o de lejos.
“Con un caballo no sos vos solo, entre los dos tienen que ser un equipo y lograr cosas. Y hay días en los que vos te levantás igual que otros días pero tu caballo no. Ese día hay que estar conectados, porque si el caballo está distraído con la bandera, si está distraído con el público y los aplausos y no está a la rienda, no está en el freno, el caballo no está con vos”, resumió.
Y comparó: “Y eso creo que tal vez en los toros no sucede. El riesgo y la aventura es lo que puede ser distinto, lo impredecible”.
CABALLOS CRIOLLOS: UNA PASIÓN
“El caballo es más dinámico. Si vos ves a un caballo girando, rayando, corriendo vacas y ves las tribunas que explotan con aplauso y gritos…ahí no se si compiten desde ese lugar. Tiendo a pensar que no es la cantidad, sino la emoción que logra público. Y podría decirte de desde ese lugar es más importante el caballo que el toro”, afirmó.
Desde la Asociación Argentina de Caballos Criollos vivieron un Palermo más que especial. La raza fue elegida como “Marca País” y tuvo un regreso por demás auspicioso a los remates en La Rural, con cifras récord que alcanzaron los $120 millones: eso pagaron por el padrillo Tañino Manchado, de la cabaña La Esperanza, de Felipe Juan Ballester, que fuera Reservado Campeón de la categoría Tres Años.
El comprador fue Eduardo Furlong y cabaña La Brava, de Bartolomé Ginocchio e Hijos.
Pero además se le donaron 6 animales al Escuadrón Riobamba del Regimiento de Granaderos y hasta el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, acompañó la presentación de la raza.
“Hay 70.000 crías cada nueve años inscriptas de caballos criollos. Es un caballo que está en lugares de nieve y a la vez sobrevive en el norte a lugares de extremo calor, donde otra raza no viviría Y a la vez es el caballo de trabajo, es el caballo de deporte, es el caballo de familia”, señaló.
EL RECONOCIMIENTO
Más allá de criar y la sinergia que se genera con el animal en la diaria, para todo cabañero el sueño de llegar a Palermo, pisar la arena de la mítica pista central y recibir los aplausos del público es una quimera absoluta. Coronar esa experiencia con una premiación potencia aún más una vivencia de ese estilo.
Hugo de Achával le puso palabras a momentos como ese. “Hay muchos tipos de reconocimiento. Está el del público, que es cuando el caballo queda inmortalizado y sale en las revistas, en el anuario de Criollos y sus hijos son codiciados, son buscados por los nuevos criadores. Todo eso agrega valor. Pero como asociación debemos trabajar en otros valores también”, apuntó.
“Valores que tal vez no estén tan ligados al éxito, sino en lograr que todas tus crías sean buenas, que tengan una identidad y que alguien vea un caballo tuyo y diga ‘ese caballo es de Huguito de Achaval’, por ejemplo. Eso es mucho más profundo que ocasionalmente resultar campeón, porque si sucede una vez es una cosa, pero si en los últimos 10 años te mantenés evidentemente no hay suerte: hay profesionalismo”, calificó.