Un nuevo escenario climático y la baja en el uso de insumos ponen al girasol en el centro de la estrategia agrícola del Chaco. El INTA Las Breñas revela qué decisiones serán decisivas para lograr rindes superiores a los 2.500 kg/ha.
Con temperaturas que desafían los promedios y un suelo que exige decisiones precisas, el girasol chaqueño se perfila como uno de los cultivos con mayor potencial de la campaña 2025/26. En este contexto, el INTA Las Breñas difundió una serie de pautas estratégicas que podrían marcar la diferencia entre un año más y una cosecha récord.
Desde la planificación del cultivo antecesor, la gestión del agua disponible, la elección del híbrido más adecuado hasta la correcta aplicación de la siembra directa, cada variable es crucial. El escenario está servido para aprovechar las ventajas comparativas del Chaco como región primicia.
Panorama actual: el girasol, pilar de la economía regional
El Chaco es la cuna del girasol primicia en Argentina, con fechas de siembra en pleno invierno. A lo largo de la última década, el promedio sembrado alcanzó las 266.000 hectáreas, con picos cercanos a las 490.000 hectáreas. En cuanto a rendimientos, la media provincial ronda los 1.648 kg/ha, aunque bajo condiciones óptimas puede superar los 2.500 kg/ha.

En una provincia donde se aplican menos insumos que en otras regiones girasoleras, las decisiones agronómicas cobran aún más peso. La eficiencia en el manejo se vuelve el factor clave para alcanzar la rentabilidad.
Factores críticos: agua, antecesores y fechas de siembra
El cultivo de girasol en Chaco necesita 360 mm de agua útil durante su ciclo. Sin embargo, existe un déficit estacional de alrededor de 120 mm, que puede ser compensado con barbechos eficientes que acumulen las lluvias otoñales, especialmente las de abril.
Según Gerardo Quintana (INTA Las Breñas), elegir una soja de ciclo corto como antecesor permite liberar el lote en marzo y maximizar la captura de agua. Esta decisión estratégica alarga el barbecho y favorece rendimientos superiores.
Por otro lado, la fecha de siembra es crítica: para evitar daños por heladas, no debe iniciarse antes de agosto ni extenderse más allá del 10 de septiembre. Las altas temperaturas posteriores afectan peso y contenido de aceite en el grano.

Innovación y siembra directa: la base de un sistema sustentable
Los ensayos muestran que la siembra directa, junto a una rotación intensiva con maíz, sorgo y cultivos de servicios, incrementa la eficiencia hídrica y mejora los rendimientos. Además, esta técnica reduce la evaporación y mejora la infiltración del agua.
En cambio, la labranza convencional perjudica tanto al girasol como al resto del sistema, comprometiendo su sustentabilidad a largo plazo.
El control de malezas durante el barbecho también es fundamental. Aquí, el uso de herbicidas residuales específicos juega un rol estratégico en la conservación de agua.
Elección del híbrido: un paso que define el éxito
Cada lote debe ser caracterizado según su potencial productivo. Variables como el cultivo antecesor, sistema de labranza, contenido de materia orgánica, fecha de siembra y disponibilidad hídrica deben guiar la elección del híbrido.
INTA y la Red Nacional de Girasol, junto a la Asociación Argentina de Girasol, mantienen una red de ensayos en Chaco que orienta a los productores en la elección del mejor material genético disponible para cada ambiente.
El girasol chaqueño tiene todo para brillar en la campaña 2025/26. Pero el éxito dependerá de un manejo integral que contemple el agua, la rotación, el uso de siembra directa y la correcta elección del híbrido.
La innovación y el conocimiento técnico, aplicados con criterio local, son las herramientas más poderosas para alcanzar una campaña récord. Los productores del Chaco ya tienen el mapa en sus manos. El desafío, como siempre, será tomar las decisiones correctas a tiempo.