Según la Bolsa de Rosario, los rendimientos por hectárea continúan sin crecer, en un fenómeno que no solo afecta a la soja, sino también al maíz. Técnicos y expertos coinciden en que la genética no es el problema, sino que los materiales no expresan todo su potencial por el déficit de fertilización.

“Para mí, lo más importante es la falta de fertilización, especialmente con fósforo. Al cultivo hay que invertirle para se exprese, hay que darle de comer, y hace mucho que no le ponemos en el plato una costeleta”.
Esa frase pertenece, según la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario, a un agrónomo de Camilo Aldao (Córdoba) que definió con una metáfora muy gráfica a dónde parece ubicarse la principal falla que explica un problema estructural de la agricultura argentina: el estancamiento de los rindes.