Arrancaron con 12 gallinas y un macho y ahora faenan 280.000 pollos por día: los secretos del «robot» que transforma maíz y soja en proteína animal

Raúl Marsó, de Las Camelias, compartió la historia familiar y el presente de una de las principales avícolas del país; destacó la innovación, el rol de las nuevas generaciones y los desafíos del financiamiento

Arrancaron con 12 gallinas y un macho y ahora faenan 280.000 pollos por día: los secretos del "robot" que transforma maíz y soja en proteína animal

En el marco del Seminario ACSOJA 2025, realizado bajo el lema “Cuando la soja tiene la palabra” en la Bolsa de Comercio de RosarioRaúl Marsó, titular de Las Camelias, repasó los casi 90 años de historia de la empresa avícola fundada por su abuelo y reflexionó sobre el presente y el futuro del sector.

De 12 gallinas a 280.000 pollos por día: el tercer mayor productor de carne avícola

“Mi abuelo empezó con 12 gallinas y un macho, haciendo genética avícola cuando nadie hablaba de eso. Hoy seguimos registrando todo, igual que él, pero con pollos. Pasamos de producir huevos a carne, transformando la proteína vegetal del maíz y la soja en proteína animal de alta calidad biológica”, relató Marsó.

Y agregó: “El pollo es, en definitiva, el robot que transforma el maíz y la soja en carne. Es una máquina biológica eficiente, que convierte dos granos esenciales de la agricultura argentina en alimento saludable y accesible para el mundo”.

Con más de 280.000 pollos faenados por día, Las Camelias se ubica entre los tres principales productores avícolas de Argentina, con presencia en góndolas y una participación exportadora que alcanza habitualmente el 30% de la producción.

Las Camelias: competitividad y mercados internacionales

“Siempre exportamos para medirnos, para ver si éramos realmente competitivos. Nunca perdimos plata exportando, y eso además nos ordenó internamente”, afirmó.

Entre los mercados que más valoran los productos argentinos, mencionó el caso de China: “Las garras de pollo allá valen más que la pechuga. Acá se tiraban, pero hoy son una parte clave de nuestras ventas al exterior”.

Marsó explicó que la demanda de pollos más grandes genera también un mayor consumo de maíz y soja, una buena noticia para la cadena granaria: “Para obtener más gramos de carne se necesita proporcionalmente más alimento, y eso implica más consumo de maíz y soja”.

Innovación y tecnología en las granjas de Las Camelias

El empresario destacó la evolución tecnológica del negocio: “Hoy hay robots que miran a los pollos y detectan si durmieron bien. Son herramientas que ya se usan en el mundo y con las que tenemos que empezar a competir”.

Además, señaló que la compañía avanza hacia la venta de productos trozados y congelados IQF (Individually Quick Frozen), bajo marca propia. “Antes nadie sabía que Las Camelias era una marca de pollo. Hoy vendemos paquetes de dos y tres kilos listos para cocinar. Para 2030, todo lo que salga de Las Camelias será trozado o deshuesado, y el paso siguiente será el ready to eat”, adelantó.

Recambio generacional y expansión

Respecto al futuro empresarial, Marsó contó que están en plena transición generacional: “Con mi hermana estamos traspasando la posta a nuestros hijos. Creamos un consejo de familia y un protocolo para evitar los problemas típicos de las empresas familiares”.

En el plano productivo, mencionó que la compañía adquirió una planta en San Justo, que pasó de faenar 30.000 a 60.000 pollos por día, con el objetivo de llevarla al mismo nivel que la principal, que procesa 230.000. “Invertimos en granjas de última generación, con galpones de 150 metros y 40.000 pollos. Son más caros, pero devuelven la inversión con mayor eficiencia y volumen”, detalló.

Créditos, energía y sustentabilidad

Marsó advirtió sobre la falta de crédito para productores integrados desde 2013: “No le puedo decir a alguien que se meta en un crédito al 60 o 70%. Por eso muchas inversiones las hacemos nosotros mismos”.

También destacó las iniciativas ambientales y de energía renovable: “Producimos metano para calor, usamos biomasa y energía solar. Incluso fermentamos la cama de pollo para usarla como enmienda en los campos, igual que el guano de cerdo. Cuando uno logra hacer plata con los efluentes, es más fácil cuidar el ambiente”.

Impacto local y compromiso

Marsó subrayó el impacto social de la empresa en su comunidad: “Colón es conocido por el turismo, pero cuando vino la pandemia se vio el peso que tiene la producción de pollos en la zona. Nosotros seguimos trabajando y generando empleo”.

“Cada día hay un problema nuevo que resolver. Somos una máquina de tomar decisiones. No sabemos qué pasará, pero sí que debemos seguir adelante. Eso intento transmitir a mis hijos y a mis 16.000 empleados”, cerró.

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