La FAO anticipa un aumento generalizado de la producción global de alimentos, junto con más consumo y existencias, pero advierte riesgos por clima y tensiones comerciales.
El nuevo Food Outlook de la FAO ofrece una fotografía compleja de un sistema agroalimentario global que avanza hacia un ciclo de mayor producción, consumo dinámico y recuperación de existencias, pero bajo la sombra persistente de la variabilidad climática y un escenario comercial cada vez más incierto. El reporte, publicado este 14 de noviembre en Roma, señala que los principales cultivos y cadenas de valor muestran señales de abundancia, aunque la estabilidad dista de estar garantizada.
La organización destaca que los mercados de trigo, maíz y arroz se encaminan a cerrar la campaña con volúmenes récord, impulsados por cosechas excepcionales en Asia, Norteamérica, Europa y también en América Latina y el Caribe, donde la producción arrocera alcanzaría nuevos máximos históricos. Este repunte, combinado con un crecimiento sostenido del consumo en los Países de Bajos Ingresos con Déficit Alimentario (LIFDCs), contribuiría a aumentar la relación stocks/uso en los principales granos, un indicador clave de estabilidad.

En paralelo, el informe subraya que el incremento del consumo global de arroz y trigo responde tanto a la mayor disponibilidad como a cambios en la dieta en regiones de África y Asia, mientras que la abundancia de oferta presiona a la baja los precios internacionales, generando un alivio parcial para los países importadores netos.
El análisis por cadenas revela matices adicionales. Las existencias globales de trigo crecerían un 3,6% hasta alcanzar su nivel más alto en la historia moderna hacia finales de la campaña 2025/26. Los stocks de arroz aumentarían un 2,2%, reforzando la capacidad de respuesta ante shocks climáticos o comerciales. En contraste, el mercado de aceites vegetales muestra mayor tensión: la FAO anticipa que el consumo global superará a la producción, debido a menores cosechas de soja vinculadas a reducciones de área en Argentina, India, Ucrania y Estados Unidos.
En el frente cárnico, la producción mundial crecería un 1,4%, liderada por la avícola, mientras que la oferta de carne bovina caería por la disminución de rodeos en Brasil y Estados Unidos, dos actores centrales en el comercio global. La producción de azúcar también irá en aumento gracias a las campañas excepcionales en Brasil, India y Tailandia, llevando las existencias globales a una recuperación notable.

Más allá de los cultivos tradicionales, el reporte destaca que la pesca y la acuicultura global crecerán 1,7%, con un aumento previsto del 2,5% en el consumo per cápita de productos acuícolas, compensando la caída en la pesca extractiva.
Entre los capítulos especiales, el mercado del aceite de oliva recibe atención prioritaria. Tras dos años de sequía en el Mediterráneo, los precios mayoristas en España y Grecia cayeron a menos de la mitad respecto a 2024, mientras que Túnez se encamina a una cosecha récord que podría convertirla en el segundo mayor productor mundial en 2025/26. Sin embargo, aranceles en Estados Unidos podrían moderar el crecimiento del comercio internacional, incluso con una demanda global en recuperación.
Otro foco relevante del informe es el mercado de fertilizantes, donde la utilización global mostró un rebote fuerte en 2024/25 luego de un período de escasa aplicación por precios elevados. El costo promedio del «cesto» de fertilizantes bajó a USD 489 por tonelada, un 40% menos que el pico de 2022, aunque aún por encima de los niveles prepandemia. La reaparición de China como exportador, con mayores cupos para 2025 y 2026, contribuirá a sostener la oferta global.
En términos de comercio, la FAO estima que la cuenta global de importación de alimentos alcanzará USD 2,22 billones en 2025, un incremento del 8% interanual. El salto responde principalmente a un aumento del 34,5% en los precios de productos de mayor valor, como café y cacao, demandados mayoritariamente por países de altos ingresos. En los países menos desarrollados, en cambio, se espera un fuerte incremento (+58%) en el gasto en aceites animales y vegetales, presionado por los costos crecientes del aceite de palma.

En contraposición, el retroceso de los precios internacionales de cereales y azúcar permitirá una reducción del gasto agregado en estas categorías para los importadores. La FAO proyecta que los países de bajos ingresos verán un leve descenso en su factura alimentaria, mientras que África subsahariana experimentará un aumento moderado.
En palabras del economista jefe de la FAO, Máximo Torero, el desafío central sigue siendo fortalecer la resiliencia: «Detrás de estos números hay riesgos persistentes, desde eventos climáticos extremos hasta tensiones comerciales, que pueden reconfigurar rápidamente el acceso y la disponibilidad de alimentos».

