Clima y Agro: La Niña gana fuerza y complica el escenario productivo argentino

La Niña toma fuerza y, acompañada por otros índices climáticos, proyecta un cierre de año con menos lluvias y más calor para el agro argentino. Un combo que pone presión sobre la campaña en pleno desarrollo.

La región vuelve a quedar bajo la influencia de La Niña, un fenómeno que en esta ocasión se presenta como débil, pero potenciado por otros patrones oceánicos y atmosféricos que amplifican su efecto sobre el Cono Sur. Los últimos informes del NOAA confirman que la temperatura superficial del mar en la región Niño 3.4 continúa por debajo del umbral, consolidando el evento. Aunque la intensidad aún no es alta, cumple los criterios formales, con anomalías iguales o inferiores a -0.5 °C. En paralelo, el Bureau de Meteorología de Australia aporta una lectura más estricta, con registros semanales incluso inferiores a los -0.84 °C, lo que acerca aún más al fenómeno a su declaración formal bajo los parámetros del BoM. Ambas agencias coinciden en que La Niña persistirá al menos hasta enero, con una tendencia a la neutralidad hacia fines del verano.

Clima y Agro: La Niña gana fuerza y complica el escenario productivo argentino

Sin embargo, el verdadero desafío para Argentina surge de la interacción de La Niña con otros índices climáticos globales. El Dipolo del Océano Índico (IOD) se encuentra en fase negativa, un patrón que históricamente reduce las precipitaciones en el centro-este del país, el Litoral y zonas del norte patagónico. Esa combinación -conocida popularmente como «La Niña India«- potencia el déficit de lluvias en plena campaña gruesa, justo cuando los cultivos atraviesan etapas de alta demanda hídrica. A esto se suma el comportamiento del Modo Anular del Sur (SAM), que tras varias semanas en fase negativa ahora se mantiene neutral, aunque con oscilaciones que podrían volver a influir en el corto plazo. La Oscilación Madden-Julian (MJO), por su parte, se debilita y refuerza el patrón cálido esperado para el centro y norte del país, elevando la evapotranspiración y acelerando el consumo de humedad en los suelos.

Pronóstico del BoM para diciembre 2025, con las anomalías de temperatura del mar y las zonas de seguimiento de los índices ENOS e IOD.
 

Pronóstico del BoM para diciembre 2025, con las anomalías de temperatura del mar y las zonas de seguimiento de los índices ENOS e IOD.

 

 

 

 

El impacto para Argentina se concentra en dos variables decisivas: menos agua y más calor. Los modelos internacionales proyectan lluvias por debajo del promedio para el cierre de noviembre, diciembre y parte de enero, con temperaturas superiores a las normales en la franja central y norte. Esta combinación incrementa el estrés hídrico en soja y maíz, especialmente en zonas donde la recarga de humedad ya venía limitada. La situación, además, se da en un contexto donde cada milímetro cuenta doble: entre costos en alza, brecha cambiaria y márgenes ajustados, cualquier recorte de rinde se siente de inmediato en la ecuación del productor.

Proyección del ECMWF para enero 2026, con anomalías de temperatura que anticipan mayor evaporación en suelos y cultivos.
 

Proyección del ECMWF para enero 2026, con anomalías de temperatura que anticipan mayor evaporación en suelos y cultivos.

 

 

 

 

Mirando un poco más lejos, los pronósticos incorporan un giro interesante. La NOAA anticipa una transición hacia condiciones neutrales entre enero y marzo de 2026, con un 61% de probabilidad, mientras que el ECMWF europeo va un paso más allá y plantea la posibilidad de un regreso de El Niño durante el próximo año. De concretarse, 2026 podría ubicarse entre los años más cálidos registrados, con mayor disponibilidad de humedad atmosférica y un posible alivio hacia la campaña fina, aunque también con mayor variabilidad y eventos extremos más frecuentes.

Estimación del ECMWF para diciembre 2025, con anomalías de lluvia que reflejan el mayor déficit generado por la combinación de La Niña y la Niña India.
 

Estimación del ECMWF para diciembre 2025, con anomalías de lluvia que reflejan el mayor déficit generado por la combinación de La Niña y la Niña India.

 

 

 

 

 

En síntesis, Argentina enfrenta una campaña marcada por un fenómeno La Niña que, aunque débil, llega reforzado por el Índico y acompañado por índices que empujan hacia un escenario seco y caluroso. En un país donde el clima pesa tanto como la política económica, el mensaje es claro: la campaña entra en una etapa crítica y la gestión del agua será clave para sostener los rindes. El 2026 podría traer condiciones más favorables, pero la transición hasta entonces exigirá prudencia, planificación y un monitoreo constante de los modelos climáticos.

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