Tras la emergencia fitosanitaria declarada en 2024, el SENASA incorporó nueva tecnología y capacitaciones de la FAO para fortalecer la vigilancia ante la langosta sudamericana, una plaga migratoria de alto impacto en la región.
En el marco de la emergencia fitosanitaria vigente desde febrero de 2024, el SENASA recibió este año un respaldo clave de la FAO para intensificar el monitoreo y el control de la langosta sudamericana, considerada una de las plagas más dañinas del continente. Esta semana, expertos internacionales desarrollaron en Catamarca dos jornadas de capacitación dirigidas a técnicos del organismo y del COSAVE, junto con la entrega de equipamiento especializado destinado a mejorar la detección temprana en zonas de riesgo.
El aporte incluyó maquinaria de fumigación con tecnología ULV (ultrabajo volumen), reconocida por su eficacia y por requerir cantidades mínimas de agua, un factor crítico en regiones áridas o de difícil acceso. Se sumaron también mochilas y bastones ULV, equipos montados en vehículos con GPS para seguimiento de aplicaciones, y siete termo-higrómetros/anemómetros que permitirán registrar variables ambientales esenciales para anticipar el comportamiento de las mangas. Durante los talleres, el especialista internacional Mahgoub Boshara presentó los fundamentos técnicos de estos sistemas y compartió experiencias de control exitoso en otros países. La actividad se completó con un recorrido por áreas de cría ubicadas a unos 100 km de la capital catamarqueña, en el límite con La Rioja.
La presidenta del SENASA, María Beatriz Giraudo, y la representante interina de la FAO en Argentina, Maya Takagi, participaron del acto institucional de entrega. Takagi destacó la relevancia de realizar capacitaciones y simulacros para enfrentar emergencias sanitarias y subrayó el rol de la articulación regional, remarcando que la FAO cuenta con una «vasta experiencia en la vigilancia y control de langostas» y trabaja activamente para consolidar planes de contingencia en América del Sur. Esta instancia forma parte de un proceso iniciado meses atrás, que incluyó talleres en Tucumán y Catamarca en abril de 2025 y una capacitación regional en Santa Cruz de la Sierra en mayo.
La langosta sudamericana es una plaga polífaga de comportamiento migratorio, capaz de generar mangas de entre 50 y 80 millones de individuos por km², que pueden desplazarse hasta 150 km por día y consumir su propio peso diario en vegetación. Su impacto potencial sobre cultivos, pasturas y montes nativos la convierte en una amenaza directa para la producción agropecuaria y la seguridad alimentaria. Por eso, los especialistas coinciden en que su control exige acciones coordinadas entre países y sistemas de monitoreo de alta precisión.
Argentina posee una trayectoria de más de un siglo en esta materia: el antecedente del actual Programa Nacional de Langostas y Tucuras se remonta a 1891, con la creación de la Comisión Nacional de Extinción de la Langosta, el organismo sanitario más antiguo del país. En un escenario climático que podría favorecer el resurgimiento de la plaga, la combinación de tecnología avanzada, entrenamientos intensivos y trabajo conjunto entre el SENASA, la FAO y los países del Cono Sur apunta a reforzar un sistema de vigilancia más robusto, adaptable y capaz de dar respuestas rápidas ante un enemigo que sigue mostrando un comportamiento imprevisible.