La participación europea en las exportaciones argentinas cayó del 30% al 10%, el valor más bajo en 35 años. El retroceso del biodiésel y la harina de soja explica la caída, mientras el sector espera que el acuerdo Mercosur-UE reactive el vínculo.
La relación comercial entre la Argentina y la Unión Europea (UE) atraviesa su punto más bajo en más de tres décadas. De acuerdo con un informe reciente de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el país pasó de destinar el 30% de sus exportaciones al bloque europeo en 1990 a apenas el 9,8% en los primeros diez meses de 2025, una participación que la entidad definió como mínimo histórico.
El derrumbe se explica principalmente por la fuerte caída del comercio de harina de soja y biodiésel, dos complejos que en su momento impulsaron la relación bilateral. Hoy, lejos de aquellos niveles récord, la presencia argentina en el mercado europeo se redujo a la mínima expresión y refleja un deterioro que preocupa tanto al agro como a la política comercial del país.
La misma tendencia se observa en las importaciones: el ingreso de productos europeos representó apenas 13,7% del total, la segunda marca más baja en 35 años. Con este escenario, la UE pierde protagonismo en el intercambio con la Argentina, mientras aumentan la gravitación de Asia -especialmente China- y los países del Sudeste Asiático.
Uno de los datos más relevantes del informe es que el 85% de las exportaciones argentinas hacia Europa corresponden a cadenas agroindustriales, con la harina de soja como producto insignia. Sin embargo, la demanda del bloque se fue enfriando: las importaciones europeas de harina y pellets de soja llegaron a superar las 10 millones de toneladas en 2010/11 y 2014/15, pero en las últimas campañas promedian solo 8 millones.
Esa retracción modificó la matriz exportadora argentina. A principios de siglo, la UE explicaba más del 50% de las compras de harina de soja; a mediados de la década de 2010 bajó al 40% y hoy se ubica por debajo del 30%. El panorama del biodiésel es aún más crítico: las exportaciones hacia Europa se encuentran en los niveles más bajos en más de una década, afectadas por barreras comerciales, conflictos regulatorios y precios internacionales adversos.
Frente a esta tendencia, el sector productivo y el Gobierno siguen de cerca las negociaciones del acuerdo Mercosur-Unión Europea, que podría sellarse antes de fin de año. De concretarse, la BCR anticipa un impacto directo sobre el complejo sojero, además de reducciones arancelarias y nuevas cuotas para carnes, lácteos, cereales, arroz, miel, ajo y otros productos clave del agro argentino.
Para provincias como Santa Fe, fuertemente ligadas al comercio exterior agroindustrial, el acuerdo representa una oportunidad para recomponer presencia en un mercado de alto poder adquisitivo. Sin embargo, la BCR advierte sobre iniciativas dentro de la UE -como propuestas de salvaguardias agrícolas– que podrían limitar los beneficios y «afectar el espíritu del acuerdo».
Aun con estas reservas, el organismo sostiene que avanzar con el tratado sería clave para revertir la pérdida de participación europea en el comercio argentino y recuperar un vínculo que históricamente fue estratégico, pero que hoy muestra señales claras de desgaste.

