Los modelos internacionales marcan un enfriamiento del fenómeno y anticipan el retorno a condiciones neutrales entre enero y marzo.
El mercado agrícola global sigue de cerca la evolución de La Niña, que según los principales centros meteorológicos del mundo comenzaría a desvanecerse en las próximas semanas. De acuerdo con el Centro de Predicciones Climáticas de Estados Unidos (CPC), el fenómeno podría persistir uno o dos meses más antes de dar paso a un escenario ENSO neutro, con una probabilidad del 68 % para el trimestre enero-marzo. Aunque las temperaturas del Pacífico ecuatorial tienden a normalizarse, el CPC advierte que la atmósfera aún podría mantener señales residuales de La Niña hasta principios de la primavera boreal, lo que implica posibles impactos sobre lluvias, temperaturas y patrones de circulación global.

La Niña, componente esencial del ciclo El Niño-Oscilación del Sur, modifica la temperatura del agua en el Pacífico central y oriental y altera el clima a escala planetaria. Sus efectos no pasan desapercibidos en la producción agropecuaria: exceso de lluvias en algunos puntos, sequía en otros, y mayor volatilidad climática. Por eso, cada actualización del fenómeno mueve expectativas, precios y decisiones de siembra.
En este contexto, el meteorólogo de AccuWeather Jason Nicholls señaló que, aun cuando el océano vuelva a la neutralidad hacia enero o febrero, podría existir un «desfase» entre el mar y la atmósfera, prolongando condiciones débiles de La Niña hasta marzo. Nicholls puso el foco en las lluvias excesivas del sur de Brasil, un factor clave para la región, aunque descartó por ahora sequías generalizadas en las principales zonas agrícolas del mundo.

Por su parte, Donald Keeney, especialista de Vaisala Weather, indicó que el Pacífico «ya se encuentra en el umbral de un La Niña neutro y débil«, lo que podría favorecer condiciones más húmedas en el sur de Brasil y en Argentina durante la transición. Aun así, advirtió que la sequía en las llanuras centrales y meridionales de Estados Unidos representa la mayor amenaza a corto plazo, especialmente para el trigo rojo duro, un cultivo sensible en su etapa inicial hacia la primavera. Desde BMI (Fitch Solutions), el analista Matthew Biggin sostuvo que el impacto de esta Niña debilitada sería «limitado» y que las mejores condiciones de humedad en el centro agrícola argentino, las mejores en cinco años, podrían compensar variaciones negativas en otras regiones.
La Organización Meteorológica Mundial también proyecta que, pese a la fase fría del ENSO, muchas regiones podrían registrar temperaturas por encima de lo normal, aumentando la probabilidad de eventos extremos, como inundaciones o sequías puntuales que afecten cultivos en etapas críticas. Japón, a través de su oficina meteorológica, coincide en que el fenómeno mantiene rasgos de La Niña, pero que se debilitará rápidamente hacia el final del invierno en el hemisferio norte.
Para el agro argentino y sudamericano, este tránsito hacia la neutralidad abre una ventana de expectativas más estables. En campañas recientes, la volatilidad del ENSO condicionó la siembra, los rindes y la planificación comercial. Una Niña débil que se diluye podría dar lugar a escenarios más predecibles, mejores perfiles de humedad y un mayor margen para consolidar rindes en soja, maíz y cultivos regionales, siempre y cuando no aparezcan eventos extremos inesperados.
En definitiva, el mundo climático entra en una fase de transición: La Niña pierde fuerza, el océano se encamina hacia la neutralidad y el campo observa cada señal. En un contexto global donde el clima define cada vez más los costos, los rendimientos y los precios, la evolución del ENSO en los próximos 60 días será determinante para la campaña 2025/26.

