La aparición de nuevas tecnologías orientadas al uso de productos biológicos gana terreno para optimizar la implantación de los cultivos. Las estrigolactonas, fitohormonas, son compuestos naturales y sintéticos que en la última década entusiasmaron a la comunidad científica y a las compañías agroquímicas, no sólo por sus propiedades biológicas sino también por sus posibles aplicaciones en la agricultura.
Incorporar al sistema productivo organismos seleccionados por sus funciones en diversos procesos biológicos no es algo nuevo. En numerosos trabajos, el Ing. del INTA Gustavo Ferraris, describió el uso de inoculantes biológicos incorporados como tratamientos de semilla con microorganismos promotores del crecimiento vegetal, tales como Pseudomonas sp., Azospirillum sp., Micorrizas u otros. El creciente interés, no sólo en estudios de investigación sino también en evaluaciones extensivas y en el uso comercial en diferentes cultivos, se explica por los efectos positivos que ejercen en las plantas. En numerosas experiencias se reportaron implantaciones más rápidas, mayor crecimiento de raíces, tolerancia mejorada a patógenos, fijación biológica no simbiótica de nitrógeno y solubilización de nutrientes. Tal como asegura Ferraris, el crecimiento en los costos de producción hace necesario implementar estrategias alternativas que mejoren la eficiencia de uso de los nutrientes y otros recursos. En este sentido, los aportes de los tratamientos biológicos ganan relevancia.