Cuando sembramos un lote de soja con destino a semilla, debemos considerar una serie de factores que incluyen desde la planificación de la variedad a utilizar, el grupo de madurez, la elección del lote, la interacción variedad–calidad del ambiente, fecha de siembra, densidad de siembra y distribución espacial uniforme, entre otros puntos.
Paralelamente, es de suma relevancia, monitorear el cultivo sistemáticamente desde etapas fenológicas tempranas, para evitar que factores adversos como malezas, insectos y enfermedades, incidan negativamente sobre el normal crecimiento y desarrollo del cultivo, disminuyendo el rendimiento potencial y afectando su calidad.
Si se considera que los controles que se realizan en un lote de semilla finalizan en cercanías de la cosecha, se comete un grave error que puede determinar la pérdida de la calidad de la simiente, y por ende, su descarte como semilla. Tan importante como todos los factores considerados anteriormente, es el control de cosecha de la semilla, que en realidad, comienza en vísperas de ésta, cuando se inspeccionan los lotes en precosecha (caída entre el 70 por ciento al 80 por ciento de las hojas ).
Durante la cosecha de semillas de soja es indispensable la presencia de técnicos capacitados para asegurar que se cumpla con determinadas acciones que posibiliten arribar al objetivo deseado: buena cantidad y calidad de semillas.
Una vez que se verificó técnicamente que el cultivo está en condiciones de ser cosechado (porcentaje de humedad en la semilla entre 12 por ciento y 14,5 por ciento), en primer lugar, se deberá iniciar el proceso de limpieza de la máquina cosechadora, para evitar contaminación que afecte la pureza varietal, y por ende, el descarte del lote de semillas.
El proceso de limpieza de la máquina cosechadora es de suma importancia, teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos, no se posee máquinas cosechadoras abocadas exclusivamente a lotes de semillas, sino que paralelamente las máquinas van recolectando lotes de producción de grano, donde muchas veces no se conoce la identidad varietal. Antes que la cosechadora ingrese al lote de semilla, se deberá limpiar el cabezal, con la ayuda de máquinas sopladoras, que eliminan el material más grueso, proveniente de otros lotes.
Luego la cosechadora comienza recolectando cabeceras, que generalmente poseen plantas más verdes, producto de mayor fertilidad en las borduras o en algunos casos, retención foliar por efecto de insectos chinches, generando una desuniformidad en la maduración. Este primer material recolectado que no se guardará como semilla, sirve para “purgar” la cosechadora y las tolvas autodescargables.
Para lograr una buena limpieza de las máquinas, no se aconseja llenar completamente la tolva de la cosechadora, sino hacer varias descargas sucesivas para favorecer la tarea de remoción de grano de soja no deseado. Las mismas consideraciones caben para los monotolvas, cuando descargan el material en carritos o camiones.
Otra mención especial merece la limpieza de los camiones que trasladarán la semilla a la planta del semillero. Deberán ser limpiados previamente, con el uso de escobas o sopladoras, para evitar contaminación de la semilla que se cosecha.
Es sumamente importante el control y chequeo de limpieza que realiza el ingeniero agrónomo responsable de la producción de semillas, para evitar mezclas indeseables que significarían el descarte del lote.
Luego que se han realizado y asegurado todas las tareas de limpieza y descartado todo el material que no se considera semilla, la máquina cosechadora deberá ser correctamente regulada para evitar dañar la simiente.
Es importante inspeccionar el estado de la máquina. El excesivo desgaste de los mecanismos internos de la cosechadora y su mal funcionamiento causa, a veces, más daño que los que puedan ocurrir en el cilindro—cóncavo.
También es importante mantener una velocidad de avance de la cosechadora lo más pareja posible para permitir una alimentación continuamente uniforme.
Para lograr una trilla con bajo daño mecánico, hay que regular correctamente la velocidad del cilindro o rotor y su separación con el cóncavo. Como la humedad de la semilla varía a lo largo de la jornada de trabajo, es necesario que la cosechadora cuente con un variador continuo de vueltas por minuto del cilindro, para ir realizando los ajustes correspondientes.
Aquí vuelve a ser indispensable la presencia del técnico en el lote, para controlar periódicamente la semilla que se cosecha, asesorando en el ajuste de la velocidad y apertura del cilindro cuando sea necesario.
La semilla de soja es muy susceptible de sufrir daños de naturaleza física y esto puede afectar los tegumentos, el embrión o los cotiledones. Estos daños pueden comprometer la hermeticidad de las semillas, la producción de plántulas normales durante la germinación e incluso la vida durante el almacenamiento.
El control del daño mecánico se realiza a través del test de hipoclorito de sodio. La prueba permite identificar en semilla de soja daños mecánicos no visibles a simple vista. Este test puede ser practicado al pie de la máquina cosechadora y toma pocos minutos. De esta manera, en función de los resultados, se pueden realizar modificaciones en las regulaciones y velocidades para disminuir el nivel de daño. Se debe realizar sobre la muestra extraída en la boca de descarga del sinfín y consiste en el siguiente procedimiento: sumergir dos repeticiones de 100 semillas de soja de la fracción de semilla pura seleccionadas al azar, en una solución de hipoclorito de sodio al 0,5 por ciento durante dos minutos.
Las semillas que poseen alteraciones físicas en cualquiera de sus estructuras se hinchan, aumentando su volumen de manera considerable. Transcurrido el tiempo fijado se procede a observar y contar las semillas que muestran síntomas de hinchazón, lo cual se pone de manifiesto por el hecho de alcanzar 2 a 3 veces su tamaño original.
El tegumento es la parte de la semilla que muestra el mayor efecto de hinchazón acompañado en menor medida por aumento del tamaño de los cotiledones. Se computan directamente las semillas hinchadas, se obtiene el porciento en forma directa y este valor informa el nivel de daño mecánico de la muestra y, por consiguiente, del lote.
Los valores de daño mecánico de una muestra de semillas son superiores al 10 por ciento, indican problemas de regulación que deberán tomarse en cuenta para aplicar medidas correctivas.
La prueba del test de hipoclorito de sodio también se realiza al momento de llegar la semilla a la planta del semillero, ya que la semilla pasa por varios sinfines (cosechadora, autodescargable, etc.) sufriendo impactos que amplifican los daños en el tegumento.
Cuando se tiene la certeza, por las mediciones realizadas, de estar obteniendo una semilla sana, limpia y sin daños que superen los umbrales establecidos, se procede a la carga de los camiones que llevarán la semilla para su ingreso a planta. El transporte deberá estar identificado para controlar la trazabilidad desde origen. Además, antes de salir del lote con destino a la planta, deberán contar con la documentación que exige Inase para el traslado de la semilla.
Para finalizar, es importante recordar que producir semilla no es lo mismo que producir grano. Exige un trabajo profesional a través de un seguimiento y un protocolo de tareas que apuntan al logro de un producto de calidad, que debe reunir todos los atributos necesarios para que su uso como simiente en la próxima campaña, resulte exitosa.
Fuente: La Capital