Si bien se trata de resultados parciales de una cosecha que recién comenzó a ganar ritmo durante las últimas semanas, la baja proteína de la soja podría generar inconvenientes para cumplir con los compromisos de embarque de un rubro en el que Argentina se posiciona como principal exportador a nivel mundial.
Desde la industria comentaron que se trata de un problema que resta competitividad a la exportación de harina con origen argentino, ya que genera costos extras al tener que acondicionar la mercadería que llega a los puertos para poder cumplir con la base de comercialización.
La situación actual genera que las plantas pierdan eficiencia de producción y no alcancen un producto dentro del marco contractual, lo que no le permite sostener al complejo en el suministro a clientes y destinos en un mercado en el que en gran parte de la harina que se comercializa es Hi Pro, con una base mínima de proteína del 45,5%.
Para llegar al 45,5% de proteína en el subproducto la soja debería estar llegando al circuito comercial con una calidad mínima del 36.5 %, cuando los primeros relevamientos muestran un promedio de 34,3%. Las plantas buscan mejorar la calidad mediante el secado, una práctica que en algunos casos no logra compensar los bajos valores recolectados hasta el momento.
REPERCUSIONES EN LA CADENA
La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) aclaró que no se trata de un problema que solo afecta a la Argentina, sino que también abarca a los principales países productores a nivel global. Aunque no con tanta afectación como en Argentina.
«Uno de los factores que responden a esta menor calidad son las variedades que se utilizan, que apuntan a mayor rendimiento«, aseguran fuentes de la industria.
En tanto, explicaron que en el proceso de industrialización se le agrega nivel de proteína para transformarla en harina mediante el secado. «Se hace una doble pasada de secado. Se alcanzan los niveles de proteìna pero aumentan los costos, lo que nos resta competitividad«. En muchos casos, se recurre al máximo nivel de seca y aún así no se llega a los niveles deseados.
Dante Romano, del equipo de análisis de mercado de fyo, señala que si bien se trata de un problema global, la situación actual deja mejor parado a Brasil: «La baja calidad de la soja impacta en el precio de la harina para exportación y en el acceso a mercados».
Los clientes prefieren comprar en Brasil en donde, si bien la proteína también baja, lo cierto es que se mantiene por encima de Argentina y Estados Unidos.
«La harina de soja se coloca lo mismo, pero el comprador necesita más cantidad para generar el mismo resultado en los forrajes, por eso tiene que comprar más y pide precios más bajos», explicó el especialista de fyo y profesor de la Universidad Austral. «Esto afecta la capacidad de pago de la exportaicón», agregó.
RESULTADOS PARCIALES
El INTA Marcos Juarez viene advirtiendo de esta problemática que afecta a la cadena en general: «Es un tema de preocupación para la industria, exportación y para la cadena de la soja en general, por las posibles pérdidas en la exportación de harina proteíca y de poroto, por el bajo valor de la proteína que se viene dando en las últimas cosechas«.
Ver también: La baja proteína: un tema de preocupación para la cadena de la soja
«Las condiciones ambientales en llenado de grano son fundamentales en la expresión de la cantidad de proteína que se correlaciona inversamente con rendimiento», explicaron desde el INTA Marcos Juarez, desde donde compartieron un relevamiento parcial de los resultados hasta el momento con muestras pertenecen a 62 acopios de la región núcleo sojera.
El cuadro comparativo campaña 2018/19 versus 2017/18 (soja primera), indica lo siguiente:
Fuentes consultadas desde la exportación confirmaron las dificultades que existen para alcanzar un estándar de harina que no genere un rechazo en los embarques.
Actualmente este nivel mínimo de tolerancia para el rechazo es del 45,5%, para lo que la soja cosechada debería tener al menos un contenido de proteína del 36,5% en seco, es decir sacando la humedad que tiene el poroto.
Este porcenraje actual que relevó el INTA del 34,3% debemos multiplicarlo por 0,875 para llevar esta calidad a base húmeda, quedando en un 30% de proteína. Ese resultado se debe dividir por el rinde industrial de la harina en el poroto, que se estiman en un 0,7, lo que deriva en un contenido de proteína en harina del 43%.
Esto indica que si bien falta mucho recorrido para finalizar la cosecha, la situación actual no deja de preocupar a la cadena en general.
Por Agrofy News
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