Las cifras de la producción total de leche para 2018 que recietemente difundió el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) confirman lo que ya es una tendencia constante de estancamiento. A pesar de la sequía, el balance anual mostró un crecimiento del 4,2 por ciento con respecto a 2017, en el que la inundación había hecho estragos en las principales cuencas. Pero los 10.527 millones de litros del año pasado corroboran el techo de los noventa, que sigue sin quebrarse e impide superar los 11 mil millones por factores recurrentes que hoy suman variables de la crisis sectorial global.
Ya este año, la baja no hace más que copiar márgenes de años anteriores, quizá con más visibilidad mediática, condimentada por la inflación y la remarcación al consumo.
En marzo, la producción mensual fue de 745,5 millones de litros de leche, lo que representa un 11,6 por ciento más que en febrero, pero con una caída interanual de ocho puntos porcentuales. El acumulado de los tres primeros meses de 2019 arrastra una caída del 8,3% respecto a 2018. Y la media móvil de los últimos 12 meses muestra un crecimiento interanual del 0,2%.
EL CLIMA, SÍ… PERO TAMBIÉN LA FALTA DE INCENTIVOS
“La principal causa de la baja fue el inicio del año con los problemas de altísima temperatura, que en algunos días generaron mortandad de animales. Y también hay que tener en cuenta que se hace la comparación con un valor alto del inicio de 2018, por lo tanto puede haber un fenómeno de menos cantidad de tambos o de vacas, pero esto puede ser en los más chicos”, explica Jorge Giraudo, el titular del OCLA.
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El experto, que maneja datos de manera constante, confía en que, “para adelante, hay condiciones favorables en lo climático, en la cantidad de reservas, en la relación del precio de la leche al productor con los concentrados y la mejora va a incentivar a la producción». «Por eso -agrega- nuestra postura es que 2019 va a cerrar muy parecido a 2018, porque a partir de ahora empieza el crecimiento y terminará por encima del año anterior”.
La mirada de los productores en este sentido se puede resumir en las palabras de Jorge Chemes, tambero y vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA): «La baja de la producción se da por la conjunción de varios factores. El primero es la falta de políticas de incentivo. Con la falta de precio durante años, el productor cerró o achicó el tambo, pero también gastos, que incluyeron a la genética, a la alimentación, el manejo; y todo eso repercute hoy en la menor producción”.
Chemes coincide en que “el clima también golpeó muy fuerte, porque al venir de inundaciones y sequía, y al no estar preparados con inversiones para atenuar el golpe, se hace mucho más difícil poder remontar, a lo que se suma el calor del verano, que todos los años genera una baja en la producción». E insiste en que «todo es difícil de remontar en la medida en que el productor no se pueda preparar para eso sin ningún tipo de rentabilidad y de la mano, por ejemplo, de la falta de suplementación para los momentos más complejos”.
LAS PROYECCIONES DE LOS TAMBEROS
La última edición del Sistema de Encuesta Agropecuaria de los Consorcios Regionales Agrícolas (CREA), publicada esta semana y respondida por 1.233 empresarios, entre ganaderos y lecheros, el 67 por ciento de los tamberos encuestados aseguró que espera poder aumentar la producción total en los próximos 12 meses.
En promedio, los tamberos CREA proyectan este año un incremento del 3,5% respecto de 2018. Además, la mitad de los encuestados espera poder aumentar la cantidad de vacas totales en ordeño.
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“Los empresarios lecheros consultados manifestaron que el nivel de deuda actual (47 días de facturación) afecta principalmente a las decisiones relacionadas a inversión en infraestructura y compras de vaquillonas”, explica el relevamiento.
INVERSIÓN EN GENÉTICA
De acuerdo a los datos del Sistema Integrado de Gestión de la Lechería, la merma productiva fue del 7,9 por ciento en la comparación interanual, pero de un punto hacia arriba respecto a febrero, con casi 750 millones de leche procesados. El precio promedio de marzo quedó en $ 11,76 por litro ($ 10,45 fue el valor ponderado en febrero), quievalentes a 28 centavos de dólar, con lo cual la recuperación de demasiados meses negativos no termina de tener un efecto real entre costos y cobros.
Para los más chicos, la inversión sigue quedando lejos y el fenómeno global de concentración parece no revertirse.
En medio de un remate de la mejor genética lechera, Gonzalo Turri, gerente de la Cooperativa Guillermo Lehmann, se refirió al fenómeno dispar entre quien se va de la actividad o se achica y quienes siguen invirtiendo, esperando que realmente despegue la actividad. “En la mayoría de las actividades económicas, entre las que está el tambo, la escala cobra cada vez más importancia. De todas maneras, cuando las condiciones climáticas no son tan extremas, incluso los establecimientos más chicos que piensan en eficiencia, aplican criterios empresarios en cuanto a la conducción de la empresa, pueden competir de igual a igual con aquellos que tienen una escala mayor”.
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Existe una cuestión de competitividad entre tambos grandes y chicos que se puede zanjar con manejo, aunque también sea fundamental poder tener ingresos adecuados para sustentar las ideas. “Quien compra hoy genética lechera está pensando que para adelante queda mucho por trabajar, para recuperar el rodeo lechero y los márgenes de producción, pero se necesita entonces poner en marcha muchas variables”, concluyó Turri.
UN FENÓMENO GLOBAL
Finalmente hay que entender que este es un fenómeno global, tal como sostiene el último informe de Rabobank.
Menor oferta y más demanda surgen como conclusión de un estancamiento en el primer trimestre del año para los principales exportadores, como Estados Unidos, Europa, Nueva Zelandia, Australia, Brasil, Argentina y Uruguay, demostrando márgenes negativos que tendrán un horizonte complejo hasta 2020, por primera vez desde 2016.
La proyección es que la contracción productiva va a sustentar una tendencia en alza para los precios a la producción a nivel global.