Ciencia y tecnología para una nutrición sustentable de cultivos

La jornada fue presentada por la Ing. Agr. María Fernanda Gonzalez Sanjuan, gerente ejecutiva de Fertilizar AC y el Dr. Fernando García, coordinador académico del Simposio, y estuvo moderada por la ingeniera agrónoma Victoria Cornaglia, miembro de la Comisión Directiva de la entidad, quien advirtió que “necesitamos dar un giro a la forma de producir”.

Cornaglia apuntó que, según proyecciones de la ONU “en 30 años la población va aumentar en 2.000 millones de personas más y la demanda de alimentos se incrementará en un 70%. El agro tiene el reto de aumentar la productividad con un uso eficiente de los recursos: una perfecta armonía a la economía y el ambiente. El desafío es cómo cumplir con este reto”.

La primera disertante fue Victoria Fernández, de la Universidad Politécnica de Madrid, quien compartió las “Fortalezas y oportunidades” de la fertilización foliar, una tecnología más conocida en cultivos intensivos, pero poco utilizada en extensivos.

La ventaja de las aplicaciones sobre las hojas “es que aportan directamente los nutrientes adonde se necesitan, aunque puede ocurrir que no siempre cause los resultados esperados, si no se toman en cuenta ciertos aspectos”, señaló la especialista.

“No se trata de sustituir a la fertilización al suelo. Es una estrategia complementaria que ayuda a reducir los costos totales reduciendo el impacto ambiental”, destacó y en ese sentido, la especialista recomendó combinar ambas prácticas.

Fernández indicó que la fertilización foliar se recomienda cuando el suelo presenta problemas (como pH alto que limita la capacidad de absorción de la raíz), o también cuando la planta está en activo crecimiento y demandanutrientes (mayormente a principios de la primavera, con la aparición de las hojas y la fructificación).

En tanto enumeró una serie de sugerencias para mejorar su eficacia, citando los factores físico- químicos de la formulación del fertilizante, la tecnología de aspersión (para lo cual sugirió “sumar coadyuvantes, si es necesario”) y, principalmente, los factores ambientales y el timming de las aplicaciones (“buscar el momento de menor transpiración y esquivar los de mayor evaporación, así como ponderar el contexto climático”).

Fernández aseguró que la fertilización foliar redunda en resultados económicos positivos porque permite reducir las aplicaciones de agroquímicos y favorece la tolerancia de la planta al estrés y el comportamiento frente a plagas y enfermedades.

Finalmente, si bien dijo que “aún hay mucho para investigar y evaluar”, aseveró que “las perspectivas positivas son mayores que las adversas: aporta los nutrientes donde se necesitan; no tiene riesgo de contaminación ambiental, mejora el rinde de las cosechas y sirve para el uso racional de los fertilizantes de raíz”.

Biológicos y bioestimulantes
El segundo tema de la jornada fue el de los inoculantes biológicos, a cargo del ingeniero del INTA Alejandro Perticari, y el de los bioestimulantes, de la mano del Dr. Martín Díaz Zorita de Fertilizar AC y de la Universidad Nacional de la Pampa.

Perticari definió a inoculantes como “biofertilizantes que tienen microorganismos vivos”, éstos se aplican en la rizosfera mejorando la nutrición de las plantas en forma directa.

El especialista del INTA remarcó las “B” de los biológicos: “Buen inoculante, buen proceso de inoculación y buena condición de crecimiento de los cultivos”. Así, ilustró que la inoculación de cultivos es ya una práctica ampliamente adoptada en soja, mientras que resaltó la importancia de incorporarla en otras leguminosas como alfalfa, maní y vicia.

Perticari citó un estudio realizado sobre 1.143 cultivos de soja inoculados que tuvieron en promedio una ganancia en rendimiento de 8% -alrededor de 230 kg/ha- aportando entre 15 y 20 kg de nitrógeno extra. Otras ventajas son que ayuda a contar con hojas sanas y mantener el vigor de las semillas.

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A su turno, Díaz Zorita definió que los bioestimulantes, a diferencia de inoculantes biológicos, son químicos producidos por organismos vivos o análogos que perciben señales externas y responden con un proceso celular especifico produciendo cambios en el funcionamiento de la planta. “Tienen receptores que la planta percibe como propios”, graficó.

Se utilizan vía tratamiento de semillas o aplicaciones foliares y producen cambios en las células que se reflejan en un mejor crecimiento de todo el cultivo. Entre los que más se emplean citó los extractos de algas, los aminoácidos, hormonas vegetales, extractos orgánicos y moléculas microbianas activas.

Agregó que tienen fuerte interacción con el ambiente y que generan múltiples acciones en el cultivo y que se pueden aplicar por semilla o sobre la hoja (foliar). En trigo, se lograron respuestas de 8% en rendimientos y se registraron respuestas similares en soja.

Como resumen, Díaz Zorita puntualizó:
•Los bioestimulantes y fertilizantes biológicos producen cambios en el metabolismo de las plantas mejorando y potenciando procesos funcionales activos. Estos cambios en algunas situaciones se traducen en mejoras de producción.
•Los cambios en los componentes del rendimiento dependen de interacciones del ambiente.
•Para decidir su uso es necesario cuantificar esos aportes en condiciones específicas de cultivo (sitio por manejo).

Fuente:  Fertilizar

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