¿Cómo se consigue la lluvia artificial?

¿Qué es la siembra de nubes y cómo se produce?

La técnica utilizada hasta ahora se basaba en rociar productos químicos como el yoduro de plata o CO2 congelado sobre las nubes, para crear ciclos de condensación en las nubes, provocando así la precipitación. Sin embargo, la eficacia de este procedimiento no está demostrada.

No obstante, después de años de investigación y gracias al desarrollo tecnológico, el Centro Nacional de Meteorología de los Emiratos Árabes, ha conseguido por primera vez producir lluvia artificial sin productos químicos. Para ello utilizaron un grupo de drones que liberó una descarga eléctrica a las nubes, lo que hizo que se generase la lluvia. Este procedimiento debe ser muy controlado, ya que las altas temperaturas de la zona hacen que el aire cálido y húmedo se eleve del aire circundante más frío presente en la atmósfera, provocando vientos que pueden alcanzar los 40 km/h. De esta forma, la lluvia artificial que se consiguió en Dubai fue intensa, dificultando la circulación de vehículos en algunas zonas.

Experimentos que pasan factura

Por su parte, China ya ha anunciado este año que aumentará su sembrado de nubes. La potencia asiática ya lleva décadas intentando manipular el clima, y a inicios de este año 2021 anunció que aumentaría su siembra de nubes hasta alcanzar los 5’5 millones de kilómetros cuadrados, solo que en este caso, China lo seguirá intentando con productos químicos.

Esto podría tener unos efectos impredecibles para el medio ambiente, sobre todo cuando se pretende instalar de forma sistemática y no puntual. Por otra parte, todas las sustancias utilizadas en este proceso caen a la superficie disuelto en las propias precipitaciones que produce, pudiendo alterar la biodiversidad de la zona.

Los científicos también temen que esta iniciativa de China afecte a los territorios vecinos, como puede ser el monzón de verano en India. La universidad de Taiwán también denunciaba que estos experimentos podrían significar un «robo de lluvia».

Aunque la eficacia de la siembra de nubes no está comprobada, los científicos ya avisan de que la manipulación de las lluvias no es la solución al problema real: el cambio climático.

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