Una estancia en Arias, administrada por ingleses y argentinos, hace 40 años que no usa agroquímicos y produce a gran escala

Hace más de 100 años, las hermanas Rachel y Pamela Schiele heredaron un campo de su abuelo y revolucionaron la forma de producir, dejando un legado que hoy es ejemplo para otros productores que se vuelcan a lo orgánico.
La historia de la Estancia las Dos Hermanas
En 1921, Edward Schiele dividió sus tierras, de una extensión total de 35 mil hectáreas, y le entregó una parte a sus nietas Rachel y Pamela cuando eran muy pequeñas, un campo de 4200 hectáreas ubicado en Arias, Córdoba.
Las hermanas vivían en Oxford, Londres, Raquel era música y Pamela estudió geografía, y al principio delegaron la administración del campo a trabajadores de la zona, que lo trabajaban con un sistema agrícola-ganadero. Visitaban la estancia esporádicamente en verano, cuando venían por un mes a Argentina, y en los años 60, una experiencia las hizo involucrarse más en la agricultura y la conservación de la estancia.
“Leyeron un libro que las inspiró mucho que se llama ´Primavera Silenciosa ́, de Rachel Carson, que hablaba sobre los efectos nocivos del uso de agroquímicos en el medio ambiente. En ese momento se usaban productos clorados y fosforados que hoy están todos prohibidos. En 1983 decidieron no usar más agroquímicos ni fertilizantes de síntesis química”, contó Marcelo Frías, administrador de Dos Hermanas, en entrevista con Agrofy News.
Empezaron a administrar el campo ellas mismas y se vincularon con la Soil Association, una organización del cuidado del suelo que hoy nuclea a los productores orgánicos: “La estancia convirtió en uno de los primeros campos en certificar orgánico en Argentina y el primero que exportó soja orgánica a Europa”, continuó Frías.
Un legado de conservación: ingleses y argentinos
Cuando se hicieron más grandes, Pamela y Raquel empezaron a pensar qué hacer con el campo. Como ninguna de las dos tuvo hijos, en el año 94 decidieron armar una Fundación con su nombre, creada en Londres y registrada en Buenos Aires, y le donaron todos sus bienes.
“El último tiempo fueron escribiendo un libro con todos los principios de manejo del campo. Raquel murió en 2010 y Pamela en 2015, ambas con más de 90 años. La idea de ellas era que pasara lo que está pasando, que una vez que no estuviesen el campo siguiese haciendo lo que ellas escribieron en los estatutos”, contó Marcelo.
Marcelo es veterinario y hace mucho tiempo que se dedica a administrar campos: “Estuve diez años en un campo orgánico y en 2012 empecé en Dos Hermanas. Pamela estaba viva en ese momento así que tuve la posibilidad de charlar con ella e interiorizarme con sus ideas para poder continuar su filosofía. Si bien yo administro el campo y lo voy aggiornando, tengo todo escrito lo que puedo y no puedo hacer”.
La estructura de la Fundación está organizada por 5 directores ingleses y 3 argentinos. Actualmente, se encuentran con planes de hacer una Fundación en Argentina porque figuran como una sociedad anónima: “No tenemos ninguna ventaja como Fundación, pagamos todos los impuestos. Si bien tenemos actividades lucrativas, agricultura y ganadería orgánica extensiva, nuestros márgenes son bastante inferiores a los que obtiene un productor convencional”.
Y continuó: “Lo que hoy nosotros no nos estamos llevando del campo sí lo obtenemos a largo plazo, porque este sistema de producción apunta a ser sustentable. Otros campos que hacen producción convencional tienen que estar suplementando el campo permanentemente con insumos químicos para que sea productivo, lo que a la larga no es sustentable para el suelo. Por eso las grandes empresas de a poco van cambiando sus formas de producir”.
Ganadería orgánica
El campo de Dos Hermanas se divide en dos zonas, una más alta que es agrícola, en donde se realiza rotación agrícola-ganadera, y luego otra zona más baja que es solo ganadera que es todo pastizal nativo, natural.
Consultado acerca de si realizan ganadería regenerativa, Marcelo explicó: “Actualmente hay mucha gente que hace ganadería a pasto utilizando sistemas de pastoreo rotativo, dejando en descanso bastante tiempo la misma área y eso regenera el suelo. Nosotros no usamos ese título pero siempre lo hicimos así, desde el inicio”.
Cuentan con unas 5300 cabezas de ganado en total de las cuales 1700 son vacas de cría, con sus respectivos toros: “La ganadería que hacemos es de ciclo completo, cría, recría e invernada de nuestra propia producción. No compramos animales de afuera, es todo propio, marca líquida”, detalló el veterinario.
La estancia es uno de los pocos campos en Argentina que cuenta con la certificación NOP (National Organic Program): “Solo algunos ganaderos tienen esta certificación y están perdiendo un negocio muy interesante porque EEUU paga muy bien la carne orgánica, y en Argentina lamentablemente no tenemos volúmen. Muchos hacen ganadería regenerativa pero luego no certifican”, expresó el administrador.
Y agregó: “Tenemos unas 1000 cabezas NOP de venta al año. En Uruguay hay muchísimos productores que hacen este tipo de carne y EEUU elige comprar ahí. Queremos que se sumen más así podemos lograr un flujo de negocios”.
La estancia cuenta también con una certificación irlandesa de bienestar animal: “Somos los únicos en Argentina que la tenemos. Tratamos con muchísimo respeto a los animales que después van a ser faenados y estamos haciendo también forestaciones con especies nativas para tener mejores sombras”.
Por último, Marcelo resaltó la digitalización de la producción: “Tenemos toda la hacienda en caravana digital, la movemos, la pesamos y tenemos trazabilidad total de los animales, desde que nacen hasta que van al mercado”.
Agricultura orgánica
La agricultura que realizan se basa en rotaciones de cultivos: “Empezamos con verdeo de invierno, que lo usamos para lo ganadero, seguimos con soja, luego trigo, maíz, después otro invernal o cultivo de cobertura, terminamos con girasol y por último alfalfa. No repetimos el mismo cultivo en el mismo lote en 8 años. Eso requiere una organización particular porque trabajamos un montón”, explicó el administrador..
Realizan todo con labranzas convencionales: “Seguimos usando rastras de disco para preparar la tierra. Ya que no usamos químicos, la única manera de realizar control de malezas es de manera mecánica. Tratamos de roturar lo menos posible la tierra, sabemos que quienes nos cuestionan nuestro punto débil es que damos vuelta la tierra y los amantes de la siembra directa tienen una ventaja sobre nosotros. No competimos con nadie, tratamos de hacer las cosas lo mejor posible dentro de nuestro sistema productivo”.
Respecto a los rindes, en soja están en 2 toneladas por hectárea, en maíz 5 toneladas por hectárea, en trigo 2.5 toneladas por hectárea y en girasol 1.7 por hectárea: “Obtenemos por la venta un sobreprecio que va cambiando. Del precio pizarra sumamos 40% en algunos productos, en otros 35 % más. Argentina no tiene un mercado de referencia. Si quiero vender un cereal convencional, veo los precios pizarra, pero los precios que obtenemos los orgánicos son charlados”, detalló Marcelo.
Gran parte de la producción va a exportación: “El aceite de girasol alto oleico orgánico es muy demandado por la industria alimenticia del mundo entero y tiene un precio espectacular, el maíz orgánico también. El gran consumidor de productos orgánicos hoy es Estados Unidos. En Europa consumen mucho propio y cuando les falta importan algo”, contó.
Animarse a la transición
“Para ser orgánico tenés que tener una rotación importante”, explicó Marcelo y dio un ejemplo: “En la parte ganadera para poder hacerla tenemos 5 años de pasturas de base alfalfa. Tenemos siempre alrededor de 1000 hectáreas en rotación permanente, no siempre es la misma”.
Y continuó: “Un campo convencional que quiera transformarse necesita tener 3 años de manejo orgánico. El campo se va depurando, los agroquímicos van dando lugar a la biología del suelo y luego ya permiten certificar y vender productos. Hay un proyecto de ley para apoyar a productores en transición porque en ese traspaso deja de tener rindes que tiene con la agricultura convencional y todavía no consigue precios mayores por lo que produce porque aún no tiene la certificación”.
Desde Dos Hermanas apoyan muchos a pequeños emprendedores que quieren hacer cosas orgánicas en Argentina: “A veces es complejo porque hacemos todo en blanco y hay pequeños emprendedores que no tienen su parte organizativa resuelta y no podemos venderles”.
Consultado sobre las ventajas de migrar hacia otra forma de producir, el administrador expresó: “Por un lado, tenemos a favor de que tenemos mejores precios. Además, en la Argentina de a poco las nuevas generaciones van siendo más conscientes de la forma de alimentarse, se cuidan más. Cada vez comen más sano, arrimándose a una huerta que produzca orgánico”.
Marcelo contó que él mismo fue migrando hacia otro tipo de alimentación: “Si bien soy veterinario ganadero, soy un poco vegetariano, más bien flexitariano. Vivo instando a los peones del campo a que no coman todos los días carne. Uno se da cuenta de que comiendo más fruta, más vegetales se gana en salud. Nosotros tenemos una huerta de autoconsumo”, agregó.
Producir y conservar
Además de la agricultura y ganadería, Dos Hermanas se dedica a la conservación. En 1989 se convirtió en uno de los primeros refugios de la Fundación Vida Silvestre Argentina, que conserva fauna y flora pampeana y les da un marco de apoyo para tomar las decisiones.
“Hacemos conservación del pastizal pampeano, tenemos cinco grupos de investigadores del CONICET trabajando en el campo. Mucha gente piensa que conservar es ´no tocar´ , cuando en realidad es trabajar para preservar, controlando especies exóticas que crecen en el campo, conociendo cómo es la vida de los pastizales, qué pasa con el agua, las especies que viven ahí; muchas se están perdiendo en el mundo y no hacemos lo suficiente para preservarlas”, contó Marcelo.
“Si bien se escucha hablar mucho sobre la problemática que hay en los bosques respecto a su preservación algo que no es sabido es que el pastizal ha sido mucho más agredido que los bosques. Como es más fácil darlo vuelta y transformarlo en un área agrícola los grandes pastizales que había en la Pampa se perdieron, quedan muy pocos lugares con esa preservación”, expresó.
Además son miembros de la Red Argentina de Reservas Naturales Privadas: “Nos ponemos de acuerdo en políticas, herramientas de conservación, campañas de concientización. Hay distintos nodos de la red que nuclea a reservas de distintas zonas del país, nosotros pertenecemos al centro, que abarca las provincias de Córdoba, San Luis y Mendoza donde hay 25”, detalló.
Marcelo contó que uno de sus objetivos es tratar de involucrar a otros productores y convencerlos de que se puede producir y conservar a la vez: “Podés tener una renta, ganar plata y no necesariamente tenés que estar haciendo mal al suelo. Es un debate muy filosófico pero no es necesario ser tan extractivo cuando la necesidades de sus propietarios están cubiertas. Es mucho más lindo enriquecer el recurso que tenés, que siga vivo”.
En la estancia constantemente reciben a productores que quieren visitar el campo y conocer otra forma de producción: “Muchos piensan que es algo muy difícil de hacer y en realidad no lo es tanto”, dijo.
Por último, destacó que además de lo productivo tienen muchos objetivos sociales que tienen que ver con la Fundación y con el bienestar de empleados: “Nos ocupamos de que tengan un lindo lugar para vivir, que consuman alimentos sanos: verduras de la huerta, carne orgánica, leche orgánica (estamos armando un tambo), y además apoyamos mucho la capacitación del personal, que sus hijos vayan a la escuela y puedan seguir estudiando. Tratamos de integrarnos con la sociedad civil y ser un lugar de tranqueras abiertas para que los que quieran conocer lo que hacemos se puedan acercar”.