El Gobierno nacional presentó el proyecto Relámpago Cacti, una iniciativa concebida para pronosticar con mejor nivel de precisión tormentas severas que pueden afectar la región central del país, considerada una de las de mayor actividad eléctrica del mundo.
El programa fue lanzado durante un encuentro que encabezó el ministro de Defensa, Oscar Aguad, en la sede del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), donde estuvo acompañado por el secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, y por el embajador de Estados Unidos, Edward Prado.
“Esto acrecienta y gratifica el trabajo de nuestros científicos, que hacen una tarea silenciosa y fructífera para la Argentina”, señaló Aguad.
El ministro destacó la cooperación de Estados Unidos para el desarrollo del proyecto, que incluye el envío al país de un equipo de investigadores que unirán esfuerzos junto a científicos argentinos.
El trabajo de campo, que tiene foco especialmente en las provincias de Córdoba y Mendoza, se inició el 1 de octubre último y concluirá el 31 de marzo de 2019.
La fase más intensiva se realizará entre el 1 de noviembre y el 18 de diciembre cuando las tareas se concentrarán netamente en los procesos de medición.
Para ello grandes camiones equipados con radares móviles e instrumental meteorológico estarán recorriendo rutas de Mendoza y Córdoba con un despliegue sin precedentes en el país.
El objetivo del proyecto es estudiar el ciclo de vida de las tormentas en una de las regiones del mundo en donde se presentan de manera más intensa.
De esa manera se podrán «tomar medidas preventivas con antelación para que las consecuencias» de una adversidad climática «no sean tan graves”, explicó Lino Barañao.
El área a cargo del secretario de Ciencia se encargó de la importación de equipos y logística para el armado del proyecto y reunió a los científicos para el desarrollo de los experimentos de campo.
El SMN, por su parte, comprometió recursos humanos para incrementar las observaciones en la región donde se llevará a cabo.
La financiación del proyecto proviene mayormente de Estados Unidos a través de la Agencia de Energía (DOE) y la National Science Fundation (NSF), con una inversión de alrededor de 32 millones de dólares.
Además, cuenta con la coordinación institucional de la Secretaría de Articulación Científico Tecnológica y ell apoyo del CONICET, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Córdoba.